Después de mi gran sorpresa, como la de todos, por el brutal atentado de la T-4 de Barajas el pasado sábado 30 de diciembre por parte de ETA, he tenido que reflexionar unos cuantos días antes de poder escribir otro comentario. Recuerdo que la noche anterior, el 29 de diciembre, había tenido una cena en casa hasta altas horas y muy temprano me había tenido que levantar para ir de viaje. Encendí la tele mientras recogía las cosas de la noche anterior, hacía la maleta e intentaba despejarme con un café muy cargado, cuando vi la noticia de una bomba en Barajas. La verdad es que apagué la tele y pensé -estos quieren hacerse notar-, pero dado mi estado y mis prisas pensé que era sólo un aviso pero que no había llegado a explotar. Más tarde, cuando hablé con mi amigo Dani y me confirmó la noticia. Durante todo el día estuve "flipando" y enchufado a la radio y mis pensamientos iban y venían de la nada sin encontrar una respuesta a lo que había pasado. ETA no había hecho un comunicado, había un atentado y nadie lo reclamaba (si que en el aviso se identificaron como ETA), era una situación absurda y, como bien decía el ministro del Interior nada hacía pensar que podía pasar una cosa así, pero pasó.
Este atentado nos ha dejado descolocados a todos aquellos que apostábamos por la paz y hace muy difícil la continuidad del proceso debido a que no se puede hablar con aquellos que no aceptan las palabras y prefieren utilizar la violencia. Además, la proximidad de las elecciones y a la actitud intransigente y sectaria del principal partido de la oposición, hacen que ETA esté marcando la agenda política y que se utilice el terrorismo como elemento central del debate político mediático partidario.
Creo sinceramente que hay que reflexionar y tenemos que conseguir que se imponga la palabra a las armas, que la izquierda abertzale continúe con su camino hacía la política como único vía para defender sus propuestas (cabe destacar la pasada rueda de prensa de Otegi), pero tienen que ir un poco más allá y pasar a condenar la violencia. El resto de partidos han de saber leer la nueva situación y no cometer errores del pasado y, por último, ETA tiene que hacer una reflexión sobre el papel que debería desempeñar en este nuevo escenario y pensar que ha conseguido con su actuación del 30 de diciembre.
Este atentado nos ha dejado descolocados a todos aquellos que apostábamos por la paz y hace muy difícil la continuidad del proceso debido a que no se puede hablar con aquellos que no aceptan las palabras y prefieren utilizar la violencia. Además, la proximidad de las elecciones y a la actitud intransigente y sectaria del principal partido de la oposición, hacen que ETA esté marcando la agenda política y que se utilice el terrorismo como elemento central del debate político mediático partidario.
Creo sinceramente que hay que reflexionar y tenemos que conseguir que se imponga la palabra a las armas, que la izquierda abertzale continúe con su camino hacía la política como único vía para defender sus propuestas (cabe destacar la pasada rueda de prensa de Otegi), pero tienen que ir un poco más allá y pasar a condenar la violencia. El resto de partidos han de saber leer la nueva situación y no cometer errores del pasado y, por último, ETA tiene que hacer una reflexión sobre el papel que debería desempeñar en este nuevo escenario y pensar que ha conseguido con su actuación del 30 de diciembre.
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